El 25 de junio se cumplen dos años de la muerte de Ana María Matute (Barcelona, 1926-2014). Escritora precoz, a los cinco años ya había creado su primer relato ilustrado; a los dieciséis publicaba sus relatos en Destino, y a los veintidós, una novela: Los Abel. Enseguida se consolida como un referente de la narrativa de posguerra y su dilatada carrera la consagrará como una de las grandes figuras literarias de nuestro tiempo. Pocos escritores han sabido plasmar como ella la ternura y el asombro de la mirada infantil ante un mundo, el de los adultos, amenazador y confuso. Dueña de una prosa cristalina, corregía sus originales con meticulosa obsesión hasta el punto de que nunca los daba por terminados. Tanto es así que una vez Carmen Balcells la secuestró y la encerró en su casa con un ultimátum: “Si no la terminas, no sales”. Así puso punto final a Olvidado Rey Gudú, considerada como una obra maestra de la fantasía.
Ana María Matute escribió novelas, relatos y libros para niños. Fue galardonada con todos los premios importantes de las letras españolas: el Planeta, el de la Crítica, el Nacional, el Nadal, el Quijote y el Cervantes. En el año 1996 fue nombrada miembro de la Real Academia Española con el sillón de la letra “K”.
Como homenaje a Ana María Matute, ahora que se cumplen dos años desde que nos dejó, recuperamos el cortometraje que dirigió en su memoria Ángeles González-Sinde, basado en la novela Demonios familiares, publicada póstumamente.