Los asesinos del Emperador (Trilogía de Trajano, 1)

Los asesinos del Emperador (Trilogía de Trajano, 1)

Novela , 2011

Planeta

Páginas 1200

Bienvenidos al mundo de Marco Ulpio Trajano. Tras su trilogía sobre Publio Cornelio Escipión, Santiago Posteguillo nos lleva a la brutal y tempestuosa Roma del siglo I d.C. donde los atemorizados ciudadanos intentan sobrevivir al reinado de Domiciano, un emperador dispuesto siempre a condenar a muerte a cualquiera que pudiera hacerle sombra. En este ambiente turbulento se fragua una conspiración para asesinarlo. La conjura es complicada de trazar y muy peligrosa para todos los implicados, entre los que se encuentran Trajano y Domicia, la emperatriz, pieza clave en esta conspiración. Las mayores dificultades estriban en burlar la guardia pretoriana. Pero un grupo de gladiadores sin nada que perder, serán los encargados de encontrar la fisura. Trajano, primer emperador hispano de la Historia, es conocido sobre todo por conducir al Imperio romano a su máxima extensión. Lo que no se suele conocer tanto es su heroicidad más valiosa: la capacidad de Trajano para sobrevivir al reinado de Tito Flavio Domiciano, un emperador débil y paranoico siempre dispuesto a condenar a muerte a cualquiera que destacara en el ejército o en la política. Pero ¿qué ocurrió para que Roma aceptara por emperador a alguien no nacido en la misma Roma, sino a alguien proveniente de las lejanas y agrestes tierras de Hispania? 

 “Esta obra es un homenaje a una época, un tour de force narrativo y un compromiso por alejarse de la convención de los best sellers cortos y simples. Es largo, es complejo, es riguroso y es extraordinariamente ameno. Qué más se puede pedir?” Adrián García Olivares, Culturas, La Vanguardia

 “Santiago Posteguillo convierte en un espectáculo la vida del emperador hispano. La novela es un auténtico espectáculo, sin tregua para el lector, sacudido por una acción adrenalínica” Xavier Ayén, La Vanguardia

 “...qué apasionante puede ser la novela histórica y que arrestos tiene Posteguillo para servir semejante festín de la Antigüedad.” Jacinto Antón, El País