Ana María Moix
Miguelón
Narrativa juvenil / infantil , 1984
Espasa
Julio y Miguelón eran, como sucede a muchos hermanos, muy diferentes, sin que por ello pudiera decirse que uno fuera mejor o peor que el otro. Uno era rubio, el otro moreno; uno delgado, el otro corpulento; uno despistado, fantasioso y lento como una tortuga, el otro era rápido como la centella y siempre atento a las señales del entorno como un astuto piel roja. El problema era que Miguelón quería siempre lo que no tenía, y es que hay gente que siempre desea lo que posee otro y que no para hasta poseerlo y que, cuando ya lo posee, ya no lo desea porque lo que en verdad deseaba era desear lo ajeno. Un día, de tanto desearlo, Miguelón consiguió cambiar su voz, luego su pelo y así hasta que se transformó en otro niño diferente. Pero ahora ya nadie le conocía y entonces, para colmo, todo el mundo echaba de menos al verdadero Miguelón.