Naturaleza de la novela
No ficción , 2013
Anagrama
Páginas 200
Premio Anagrama de Ensayo
El novelista Luis Goytisolo, a partir de los años de la Transición, reunió sus artículos ensayístico-literarios en El porvenir de la palabra (Taurus, 2002). Una obra, justamente, en la que ya despuntan algunos de los temas que en el presente ensayo alcanzan su pleno desarrollo. Pero sólo aquí, en Naturaleza de la novela, el autor plantea y desarrolla los aspectos fundamentales a los que alude el título. ¿Qué es ese género literario llamado novela, lo que hoy entendemos por tal? ¿Cuándo se inicia? ¿Cuáles son sus orígenes y características? ¿Cuáles los factores directos e indirectos que propician su formación como género, los componentes incluso inconscientes que están en su gestación? ¿Por qué ahora parece haber entrado en crisis? Preguntas y respuestas, en algunos casos, que al lector se le harán evidentes y que sin embargo nadie había formulado hasta ahora. A modo de ejemplo, la distinción que Goytisolo establece entre novelistas bíblicos y evangélicos, según el autor en cuestión se halle más próximo –sin siquiera habérselo formulado– al modelo narrativo bien del Antiguo Testamento, bien del Nuevo; casi un juego. Se trata de un ensayo escrito por un novelista, similar a los que escribieron Valéry, Huxley o T. S. Eliot, y que Goytisolo tanto valora. Y si los mejores críticos suelen ser mediocres novelistas, los novelistas y poetas pueden llegar a ser excelentes críticos en la medida en que perciben los problemas desde dentro. Algo que sin duda ha conseguido Luis Goytisolo con esta obra: un ensayo sobre la novela que se lee como una novela.
«El ensayo, de estructura novelesca –la novela es aquí un héroe trágico con el que simpatizamos en su apogeo y también en su declive– analiza las causas del desinterés galopante por la lectura tal como siempre la hemos entendido.» Miquel Molina, La Vanguardia
«Sugerente ensayo Naturaleza de la novela en el que, además de repasar las características, historia y desarrollo del género, pone en guardia acerca del peligro que supone la posibilidad bien real de que la lectura de obras literariamente exigentes acabe considerándose algo obsoleto, y que “para darse uno por enterado se juzgue suficiente recurrir a las píldoras informáticas”.» Manuel Rodríguez Rivero, El País