Alfredo Conde Cid

Cuando el avión en el que Blas Carou regresaba a Galicia dejó sus motores al ralentí, minutos antes de aterrizar en Maiquetía, supo que la vida que lo esperaba debía ser considerada en todos sus aspectos como un nuevo descenso al fondo de sí mismo, al corazón del fuego, esa ardiente melancolía que lleva siempre a las orillas de la soledad. En ese momento, a cinco mil millas, en Compostela, Celia Pereira, su esposa, se sentía una mujer abandonada pero feliz, deambulando deslumbrante por el vestíbulo del Hotel Peregrina, lleno de gente engalanada para asistir a la ceremonia de apertura del complejo hotelero. Unos minutos más tarde, el presidente de la Xunta, el alcalde, el delegado del Gobierno central, y varios conselleiros del Gobierno son sorprendidos por una amenaza de bomba por parte de los miembros de Garga (Grupo Armado Revolucionario gallego).

O fácil que é matar continúa la travesía de la emigración, los ires y venires que Blas Carou y Celia Pereira iniciaran en Sempre me matan. Propone una mirada ácida y descarnada sobre el ejercicio del poder y la actividad política y empresarial en la sociedad gallega contemporánea,  sus sutilezas, miserias, vanidades y paradojas.